ADIOS A MI ETAPA LABORAL
Mucho autobús, mucho metro,
muchos libros leídos en el transporte público.
Muchos nervios al comenzar en un
lugar nuevo, muchas batallas perdidas y algunas ganadas, pero todas, todas
peleadas.
Mucha frustración oculta y alguna
que otra satisfacción al mirar a mi lado y encontrarme con rostros amigos que
persiguen lo mismo. Reafirmación de que tras de mí solo está mi espalda.
Muchos momentos alegres con risas
en ocasiones para sobrellevar el cansancio y muchas lágrimas contenidas al
dejar a mi pequeño cuando estaba enfermo, pero siempre con la seguridad de que estaba
bien cuidado y en buenas manos, benditas manos a las que estaré eternamente
agradecida. Pero siempre convencida de que la educación y el disfrute de mi
hijo no dependía del tiempo invertido sino de la calidad del mismo.
Hoy pongo fin a mi vida laboral
después de 47 años en no pocas empresas de distinta actividad donde siempre he
cumplido con dignidad.
Muchos contratos y muchos
despidos, unos por falta de actividad y otros por defender y denunciar mis
derechos y el de mis compañeros de trabajo.
Muchas horas en el sindicato
aprendiendo de los mejores. Que es, que supone y como se hace sindicalismo de
la mano de Marcelino Camacho y de Salce Elvira.
Muchas horas de asesoría jurídica
y asistencia a juicios con Carmen Cañedo, Enrique Lillo y en los últimos años
de una jovencísima Olga Sainz de Aja, me han enseñado como se defienden y
pelean los derechos de los trabajadores ante la justicia.
Muchas huelgas, muchas
manifestaciones, concentraciones, encierros y alguna que otra detención policial con sus
golpes correspondientes que fortalecían el convencimiento de lo defendido.
También he probado el amargo
trance de estar en el paro, el acoso y como no la discriminación por ser mujer,
batallas estas que he peleado desde el minuto uno y seguiré peleando en la
medida que me sea posible.
Dependienta, ayudante de cocina,
camarera, monitora, auxiliar en residencia de mayores, ayuda en domicilio,
degustadora, florista y limpiadora han sido mis categorías laborales.
Orgullosa y sin pena ni nostalgia
pongo fin a mi vida laboral con 65 años, no es suerte, es el fin de una etapa
que me recuerda el paso de los años invertidos en pagarme la vida.
Hoy mi espalda dolorida, mis
muñecas hinchadas y mis manos, esas manos que me han dado de comer (no las del
empresario que solo ha mal pagado mi trabajo para sacar su beneficio) esas
manos en las que se lee los trabajos que han realizado, me dicen que he
sido profesional de lo que he hecho, de que se han agitado cuando han peleado
por los derechos laborales y por la igualdad de las mujeres y que ahora es
tiempo de tratarlas con mucha crema hidratante; mucha más crema para que se
queden lo más suaves posibles para hacer otras actividades y dar mimos a todos
los míos y mimos, muchos mimos a mi futuro nieto al que espero con la paciencia
que dan los años.
Muchas son las personas que he
conocido en esta etapa de mi vida y no todas agradables, pero de todas he
aprendido. Gracias.
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